La crianza respetuosa es recordar que los niños y niñas son personas, tienen derecho y merecen respeto.
Respeto a sus emociones, a sus gustos, a sus decisiones… a su individualidad.
Es entender sus necesidades y atenderlas.
Es acompañar sin juzgar.
Es escuchar más a nuestro instinto y menos a los mitos y creencias sociales.
Y es, sobre todo, empatía, cariño y comprensión.